El origen de la preocupación por la conservación y
valoración del patrimonio geológico surgió de la conciencia conservacionista
iniciada en algunos países a finales del siglo XIX y principios del XX, que
entendía que ciertos enclaves naturales poseen un notable valor por sí
mismos y que, por lo tanto, deben ser protegidos y conservados. Dentro de
estos iniciales movimientos conservacionistas del medio natural, fue la
protección de ciertos elementos geológicos la que adquirió mayor relevancia,
debido a su alto valor escénico.
Sin embargo, la
realidad es que, a pesar de este antiguo origen, el estudio sistemático del
patrimonio geológico es relativamente reciente. En algunos países pioneros como Gran Bretaña se
inició a mediados del siglo XX, si bien en la mayoría de Europa no ha gozado
de un verdadero reconocimiento hasta finales del siglo XX. Incluso a día de
hoy se sigue considerando al patrimonio geológico como la “cenicienta” de
las políticas de conservación de la naturaleza, pues es, a menudo, eclipsada
por el interés suscitado por otros aspectos bióticos del medio natural.
El objetivo final del patrimonio geológico es promover
su conservación. Y más teniendo en cuenta que la mayoría de los enclaves de
alto valor geológico son recursos no-renovables, por lo que su destrucción
es irreversible. Sin embargo la conservación de los elementos geológicos
tiene una peculiaridad: a menudo su interés surge por la existencia de una
transformación que permite observar su estructura interna, por ejemplo en
una cantera o en el talud de carretera. Por ello desde hace unos años se
habla de geoconservación, en referencia a las técnicas de conservación del
patrimonio geológico que a menudo difieren de las utilizadas en otros
aspectos del medio natural.
Por otro lado, el estudio
del patrimonio geológico guarda una estrecha relación con los espacios
naturales protegidos. Esta relación se basa en que el patrimonio geológico
forma parte del patrimonio natural y, por lo tanto, es susceptible de ser
protegido mediante las leyes y mecanismos de conservación de la naturaleza.
Además, algunos elementos geológicos poseen un valor paisajístico y escénico
que atrae a un gran número de visitantes a los espacios naturales.
En resumen, la conservación del patrimonio
geológico constituye una responsabilidad y una obligación por parte de las
administraciones públicas y de la sociedad en general, debido a su valor
intrínseco y a sus posibles utilizaciones. Al fin y al cabo, está formado
por los ejemplos más representativos, singulares o exclusivos del registro
geológico. Es una herencia que recibimos y que debemos transmitir a las
generaciones futuras para el mejor progreso social y científico.
Recientemente, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza
(UICN) ha aprobado una resolución propuesta por al Sociedad Geológica de
España (SGE) y el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) por la que
el patrimonio geológico y la geodiversidad se incorporan a su agenda de
trabajo.
Esto facilita la organización, auspicio y financiamiento de futuras
sesiones del Foro sobre geodiversidad y patrimonio geológico, a fin de
asegurar que este mecanismo logre la más amplia participación posible de los
gobiernos, grupos del sector independiente y organizaciones internacionales
de todo el mundo. Parte, además, del reconocimiento por parte de la UICN de
que la mayor parte del patrimonio geológico está en los paisajes más amplios
fuera de las áreas protegidas, y que es fundamental salvar, estudiar y
utilizar de manera sostenible la geodiversidad y patrimonio geológico.
Una buena noticia que supone un importante paso adelante para que la
geología sea puesta al mismo nivel que otras ciencias naturales en los
programas de conservación del patrimonio natural.
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